Esa es la frase que está escrita en los folletos que vamos repartiendo al público. Son las 11:45 de la mañana y faltan muchas cosas por preparar. No tenemos todavía los focos en su sitio, ni siquiera las cámaras. De hecho, acabamos de recibir ese material hace tan solo 5 minutos, aunque parezca increíble.
Apenas quedan 15 minutos para que empiece la gala. Todo son nervios flotando en el ambiente, espadas imbuidas por una extraña magia que te hace moverte de un lado para otro sin saber muy bien qué estás haciendo. Solo oyes voces a tus espaldas, un tic, tac continuo que te recuerda que solo queda un suspiro. Las agujas del reloj corren en tu contra, aunque ya eres experto en este tipo de situaciones: llevas más de dos meses trabajando día y noche para que esto salga adelante. Por ello, llega un punto durante la pre-gala en el que piensas lo siguiente: "no sirve de nada preocuparse, lo que venga vendrá y le plantaremos cara". En ese momento, aunque parezca que te desentiendes de lo que ocurre a tu alrededor, sucede lo contrario: te quitas la pesada losa que cargabas con sudor y te concentras en tu objetivo. El tiempo sigue pasando y piensas que parece mentira que todo vaya a terminar en unas horas. Coges la cámara, haces balance de blancos, enfocas y te planteas el encuadre. Llamas a tus cámaras, les das instrucciones y les pides que te avisen ante cualquier percance. Sin embargo, ese percance llega antes incluso de empezar: las cámaras tienen la memoria llena. Adrián llega como una exhalación y nos pide que le entreguemos las tarjetas para descargarlas. La voz de Paula, mi productora, resuena sobre el bullicio: ¡quedan 5 minutos y abrimos puertas!
Trato de ver las cosas con filosofía, pero siento que no nos va a dar tiempo, ¿a quién coño se le ha ocurrido la genial idea de usar las cámaras de la Universidad la misma mañana de la gala? ¿Por qué nadie canceló esa actividad previa? En ese momento pienso que todo es muy irónico y relativo: desde rectorado vienen señores que tienen preparadas butacas en primera fila; personas que luego alabarán nuestro trabajo y saldrán encantadas... no digo que eso esté mal, pero creo que luego se atribuyen méritos que solo nos pertenecen a nosotros. Esta gala es nuestra y de nadie más, y quién piense que la Universidad nos ayudó en grandes gestas como esta, está equivocado. Ni siquiera los sketches están grabados con sus cámaras. Ojo, no hay que confundir Universidad con profesores. Lo primero es un ente rodeado de la más negativa burocracia y lo segundo son personas increíbles, que se sacrifican día a día y que nos han ayudado a que esta gala sea una auténtica fiesta.
La voz de Aram, uno de los cámaras, me saca de mi ensoñación: "ya tenemos las tarjetas". Me da un vuelco al corazón, literalmente, por fin podemos empezar. Mientras colocamos las tarjetas oigo la voz de Paula a lo lejos; quiere abrir ya las puertas y lleva a cabo su papel de productora a la perfección. Es necesario que alguien te grite y te recuerde que hay doscientas personas ansiosas por entrar a ver tu creación. Estamos fuera de tiempo y Paula sigue gritando. Sin embargo, no podemos empezar: el balance de blancos está mal hecho y hay que corregirlo. En nuestra defensa diré que apenas había luz... y menos algo blanco en el escenario que poder usar como referencia. Armado de valor, bajo al escenario y me quedo de pie, esperando a que los cámaras hagan el balance con mi camisa blanca. Oigo la voz de Paula nuevamente. Me increpa que esté haciendo el mono en el escenario cuando ya deberíamos haber empezado. Son momentos de tensión en los que no sé que hacer. Los cámaras, yo incluido, me piden un par de segundos más para calibrar, pero mi productora está a punto de bajar con un cuchillo para cortarme el cuello. Me doy un par de segundos para pensar, pero mi mente está llena de voces exteriores, así que empiezo a actuar por instinto. Salgo del escenario y subo corriendo por las escaleras hasta llegar a mi cámara central. Le doy al botón de grabar y grito: "¡Estoy grabando!".
Paula corre hasta la entrada del aula magna mientras grita: "¡ya pueden pasar, estamos grabando, ya pueden pasar!". Siento que me he quitado un peso de encima. Por fin puedo respirar. Por un momento me doy cuenta de lo cansado que estoy: llevo trabajando desde las nueve de la mañana y me he acostado a las cuatro de la madrugada. Me doy una pausa y me dedico a observar todo lo que ocurre a mi alrededor; saboreo el momento y me pido calma a mí mismo. Mis compañeros de la pecera parecen estresados. No me extraña nada: solo hemos ensayado los monólogos de Isaac... El resto de cosas, incluida la proyección de sketches, se van improvisando sobre la marcha.
La gente va entrando y veo los ánimos más calmados. Me sorprende que hayan venido tantas personas. Es viernes y en la Facultad de Comunicación no hay clase: panorama perfecto para haberse quedado en casa. La respuesta de nuestros compañeros dice mucho de lo que han valorado nuestro sacrificio. Su llegada es la primera gran alegría de la mañana.
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Fotografía: Ángel Getán |
Entre todos esos problemas que van surgiendo, me doy cuenta de algo muy importante: la gente se está riendo a carcajada limpia y varias personas que están de pie cerca de mí se giran para darme la enhorabuena por el resultado final. Los elogios me llenan de fuerza para poder seguir afrontando los problemas y una lágrima comienza a nacer de mis cansados ojos. Estoy emocionado. Es uno de los momentos más especiales de mi vida. Un día que llevaba esperando semanas y que creía que nunca llegaría. Son momentos muy bonitos y muy difíciles de explicar con palabras. He ahí la magia de la gala. Una sensación tan plena como intangible.
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Fotografía: Ángel Getán |
La fiesta de la Universidad está llegando a su fin y todos subimos al escenario para cantar el himno. Algunos dirán: "qué repipis, que suben para cantar un himno". Deberían leer la letra del himno y nuestra forma de ejecutarlo. La iniciativa de este cántico nace de unos alumnos que se pasan la vida viendo películas y reflexionando sobre lo que ocurre a su alrededor, así que no es de extrañar el toque cómico y casual de la canción. Este momento de la gala parece fuera de lugar, pero yo me lo paso en grande haciendo el gilipollas en el escenario y siento que estamos soltando adrenalina. Llevamos muchos meses de cansancio y estrés, así que no viene mal hacer el gamba un rato y reírte con todos, como si formaras parte de una familia muy grande y bonita. Tras terminar, veo a Isaac partiéndose de risa y a Teresa Mactojergall nerviosa. Sí, ella también estaba cantando el himno. Nuestro magnífico presentador comienza a pedir aplausos del público para cada uno de los grupos internos que han formado la gala. Es un momento muy importante para todos, aunque yo me doy cuenta de un detalle: Isaac no va a mecionar nada sobre la gente de la pecera. Lo sé porque yo le escribí el papelito con los distintos departamentos de la gala: guionistas, realizadores, productores, la 'chica' de publicidad (gran trabajo de Celia), redacción, etc. Miro hacia la pecera y veo que los compañeros que están dentro comienzan a hacer gestos tratando de llamar la atención. Sin dudarlo un instante, me acerco hacia Isaac y le susurro al oído: "¡la pecera, menciona a la gente de la pecera!". Dicho y hecho: Isaac araña unos cuantos aplausos más y desde la pecera nos señalan con gestos de complicidad.
Solo quedan las tomas falsas y todo habrá terminado. Es un momento cómico, pero la realidad es que apenas habíamos tenido tiempo para hacer esa sección en condiciones, así que cogimos a Jorge (el periodista que hizo la entrevista a Gabilondo) y le sacamos los colores una y otra vez. Tras ese sketch y nuestra despedida con la música de Misfits, veo algo que no me esperaba: los editores han preparado un vídeo épico mandando pullitas a guionistas y realizadores por todos los problemas y quebraderos de cabeza que les hemos dado.
La gala llega a su fin y todo el equipo sube al escenario para recibir el calor de la gente. No sé como describir ese momento, pero siento que estoy flotando. Todos nos felicitan al salir y se muestran entusiasmados. Hemos dejado una huella en la memoria colectiva de la Universidad San Jorge que permanecerá ahí para siempre. Para despedir esta entrada quiero que os quedéis con esta idea:
"Seremos más fuertes cuanto más unidos estemos, y más débiles cuanto más divididos" - Harry Potter y El Cáliz de Fuego.
Esta gala va por ti, Papá
Juan López Moreno ©
ME ENCANTAS JUAN, ÁNIMO CON TU PREPARACIÓN ACADÉMICA Y MUCHA FUERZA PORQUE SE NOTA QUE DISFRUTAS Y TE LO MERECES, HERMANO
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